Los 143 litros caídos entre jueves y viernes aparte de dificultar los accesos a la población como recoge la foto en el camino San Antón, sirven para que se aleje el fantasma de los incendios que últimamente volvían a aparecer en la Comunidad Valenciana, en uno de los peores años en cuanto a superficie quemada se refiere. Esta agua sirve para que el romero recupere el color verde intenso que le caracteriza, para que afrontemos la quema de rebrotines previa a la recogida de la oliva que empieza a partir de la semana que viene con la finalización de la prohibición de quemas agrícolas en zonas forestales y para que los rebollones salgan. Aunque fastidió algunos actos en las fiestas de San Miguel, hacía mucha falta.
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