Todo aquel que haya comido conejo al ajillo o cualquier otra delicatesse en Las Arenas, cuando Antonio (el de la Bodeguilla de Navalón), regentaba el restaurante que allí había, se quedaría desolado al ver el estado de ruina y dejadez que presentan las instalaciones.
El bar esta desguazado, la fuente es un barrizal de agua que se pierde entre la arboleda y solo se mantienen las mesas y los aseos, que limpian los campistas. Esta zona, que es actualmente zona de acampada libre, ha perdido el encanto de unas instalaciones que convivían respetuosamente con el monte y por ende su aprovechamiento económico. Es curioso el afán de las Administraciones en inagurar cosas nuevas y la despreocupación que tienen en mantenerlas. Es lamentable la poca cultura del desarrollo sostenible. Luego se dice que el turismo de interior no funciona.
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