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INTRODUCCIÓN
“Hubo árboles antes que hubiera libros, y acaso cuando acaben los libros continúen los árboles. Y tal vez llegue la humanidad y un grado de cultura tal que no necesite ya de libros, pero siempre necesitará de árboles, y entonces abonará los árboles con libros”.
Miguel de Unamuno.
Sin temor a exagerar, el árbol es uno de los seres vivos más importantes del planeta. Sin ellos, la vida sobre el planeta sería bien distinta. La madera, los frutos comestibles, la leña, el oxígeno que respiramos, el suelo fértil que cultivamos, el paisaje que admiramos, todo ello se lo debemos a los árboles. Sin embargo, también es el ser vivo que más duramente ha sido agredido por el hombre. Si hay algún desastre ecológico de consecuencias, cuyo alcance es imprevisible, pero que ya se están sintiendo de manera evidente, es el de la deforestación. La voz se olvida y la palabra escrita se ignora o se borra, pero el calentamiento de la Tierra, la alteración del régimen de lluvias y la degradación irreversible de los suelos terminarán por convertirse en señales indelebles que permanentemente se alzarán en denuncia de nuestra insensatez.
Ahora que tanto se habla de reforestar y de invertir el sentido de la suerte corrida por el árbol, se sigue desatendiendo la ineludible necesidad de conservarlo. Las grandes obras de infraestructura, la expansión urbanística, los procesos de concentración parcelaria, las políticas agrarias descabelladas y miopes, los mezquinos intereses económicos de sujetos desalmados carentes de escrúpulos, siguen destruyendo árboles con plena alevosía.
El panorama que se vislumbra para el futuro del árbol, pese a los atisbos de encauzar una política forestal conservacionista y orientada a la regeneración y recuperación de nuestra cubierta vegetal más noble, no es, ni mucho menos halagüeño. La falta de sensibilidad y la incultura siguen siendo las causas de la implacable condena impuesta al árbol. Y he aquí la razón de éste catálogo, cuyo mensaje apunta a que con la ayuda de todos hagamos posible que se imponga el sentido común y la cordura. Es el único modo de hacer realidad la salvación del árbol, acabando de una vez por todas con el injusto infortunio que le ha caído en suerte.
El criterio seguido a la hora de seleccionar los árboles singulares y monumentales que integran este catálogo, inevitablemente subjetivo, ha atendido al tamaño, belleza, rareza, edad o vinculación al acervo cultural de nuestras gentes. Realmente se trata de un catálogo abierto, que puede seguir ampliándose. La propia naturaleza del tema anula la posibilidad de lograr, a ciencia cierta, su agotamiento. Para la elaboración de la lista de ejemplares candidatos a figurar en el catálogo nos hemos servido, además del conocimiento personal acumulado, de los testimonios de numerosos vecinos del pueblo. También han resultado de inestimable ayuda los datos puestos a nuestra disposición del Proyecto de Aula-Taller de Medio Ambiente del Ayuntamiento y la Escuela de adultos de Enguera (1990-91 ), dirigido por Miguel A. Pérez.
Para cada uno de los ejemplares, designados con el nombre que utilizan los vecinos del pueblo, se ha confeccionado una ficha que recoge la importación básica mínima para caracterizarlos. En el apartado de datos científicos se ha señalado, en primer lugar, los nombres vulgares que recibe el árbol, así como la familia a la que pertenece y por último el nombre científico que recibe. En el apartado de datos técnicos se han recogido los datos que se tenían del año 1991 y a continuación se han anotado los datos del año 2000-2001 donde aparecen: el perímetro basal, diámetro basal, perímetro a altura 1,30 m, diámetro a altura 1,30 m, altura, diámetro medio de copa, estimación de la superficie cubierta por la copa y la edad estimada. En el siguiente apartado, se anota un comentario acerca del estado de conservación del árbol. Sigue el apartado donde se indica cómo localizarlo. A continuación se hace referencia al propietario. Otro apartado hace una descripción del entorno en el que se encuentra el ejemplar. Por último, se da información sobre las razones que nos han llevado a considerarlo como un árbol singular.
Santiago Sánchez García, miembro del grupo de flora.