Archivos
 

Inicio

Marcha nocturna a Montesa

El pasado Viernes 18 de Julio realizamos la marcha nocturna que teníamos programada a Montesa a través del propio camino de Montesa.

En esta ocasión el tiempo se puso de nuestro lado y nos regaló una luna que nos acompañó fiel pese a alguna ligera bruma consecuencia de las temperaturas del día.

A las 10 y poco, tras unos minutos de intercambio de impresiones, contraste de marchas anteriores o simplemente saludos y bromas, salimos desde el local de Adene por el camino de la Fuente Cáñez y la subida del cuartel a la calle San Jaime. Quien pensara que con la noche, el espíritu pide calma y sosiego andaba algo desencaminado pues, sería por la “fresca” o por “rebajar la cena” pero lo cierto es que a la altura del “caminet” de San Jaime el ritmo y la conversación empezaban a animarse.

Las luces del pueblo le daban el aspecto de una gran ciudad, quien sabe, quizá fuera la misma ilusión de quien ve crecer a un crio con alegría y nostalgia al mismo tiempo. Y encima ellos, esos monstruitos que dan tres pasos por cada uno de los nuestros, ajenos al esfuerzo jugando a ir medio pasito por delante, algunos de ellos verdaderos héroes de la noche.

La luna nos saluda tras una de las curvas del camino y dibuja el perfil de la travesía tras nuestros pasos. Al poco iniciamos la última recta que nos lleva al cruce con el camino que desciende al castillo y a la propia ciudad. Paramos unos minutos para beber y recuperar energías pues la “fresca” no impide que lleguemos con un color de cara que se intuye bajo el reflejo de la noche. Recompensa al asomarnos a la terraza de ese cruce que antaño defendieron templarios contra musulmanes y hoy respira una paz que desafía a cualquier causa, al fondo las luces del castillo.

Recuperamos la marcha con más energía si cabe conscientes de que el tramo que queda es un suave y continuado descenso por el que podríamos reconocer si el tiempo no ocupara lugar a viejos parientes con pesadas cargas de mantas para vender.., si el tiempo simplemente no tuviera frontera en nuestra imaginación.

Llegamos al pie del castillo rodeado por el juego de luces y sombras de la ciudad. Tras unos minutos de descanso el grupo se pone de nuevo en marcha. La vuelta tiene lugar a buen ritmo, como solía interpretar el sabio arriero, la mula “llaneando, llaneando” como buenamente le permita el perfil de la loma encontrará el camino a casa y cara a casa, cuasi al galope. Así pues al llegar al cruce de vuelta, algunos llevamos el pulso como la mula, pero al contrario que el pobre animal y para más INRI, sin más carga que los modernos botijos de plástico de apenas un cuarto.

El descenso tiene lugar con más tranquilidad. De nuevo veo pasar alguno de esos “enanos” como si acabaran de salir después de merendar a jugar. Una mezcla de ternura y recuerdo de buenos tiempos. Hasta la próxima.

 
 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Categorías